Le haré caso a Irma, y pasaré varias cosas de este lado:
bueno, les paso la primicia en este su honorable blog:
Adiós Mamita.
Nunca pensé que luciera así el camino. Atrás dejo a todas las descripciones fantásticas y cinematográficas. Muy lejos quedan las viejas consejas y las historias que mi abuela contaba.
Ayer mi madre me visitó por última vez, y aunque yo cerraba los ojos y no contestaba a sus palabras cuando llegaba, escuché con atención (siempre lo hice) lo que me dijo: Mijito, no te preocupes por nosotros, no te preocupes por mi nieto, todos vamos a estar bien. Marcela no pudo venir, pero dijo que más tarde venía a despedirse.
Yo no pensaba esperarla más. Ni a ella, ni a nadie. Es muy doloroso. Duele que no te dejen ir. Que te mantengan atado a sus propios remordimientos y tristezas. Agradecí en silencio el momento íntimo entre mi madre y yo. No hubo lágrimas, eso también lo agradecí. Te quiero mucho, mamita.
Pensé que luciría menos ordinaria esta ruta. Bueno, a ver con que me topo allá adelante.
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