Al contrario de lo que muchos diseñadores creen, sí se puede teorizar acerca del diseño de imagen de identidad. Se puede hablar acerca de las características que definen y potencian una propuesta diseñística cuya función primordial es identificar a una entidad. Ayuda a esclarecer ciertos puntos «semiocultos» en el trabajo del diseñador de marcas, logotipos, emblemas, símbolos, etc.
Este texto lo dividiré en partes, porque es un poco extenso para publicarse en un blog, pero forma parte de los conceptos que imparto en el taller de diseño de imagen de identidad de alto rendimiento. Así que publicaré sólo una parte, espero les sea de alguna utilidad.
Introducción a la
identidad visual.
Por: Arturo Haro
Hablemos de los términos que definen al diseño de la imagen
de identidad:
Joan Costa nos dice que identidad[1]
se refiere al conjunto de elementos que definen un ser o ente (lo que es, lo
que existe o puede existir) Más su entidad (su esencia, su forma y valor). La
identidad es pues, la suma del ser y su forma (su apariencia).
Identidad significa, sobre todo “idéntico a sí mismo”, es
decir, abordar los rasgos que particularizan a un ente de entre los demás.
Identidad: ente+identidad=sí mismo. La noción de identidad supone otro
concepto: la unicidad: esto es esto y
no otro (otra cosa).
La identificación se refiere a percibir estos atributos y
memorizarlos para volverlos a reconocer en otras diferentes situaciones y
contextos. Si trasladamos estos conceptos al modelo de comunicación surge
entonces una ecuación que involucra:
Entidad, emisor,
mensaje (rasgos particulares que lo identifican) y receptor.
Y entre ellos se desarrolla el proceso de transmisión de la
identidad: uno la emite a través de información (codificación del mensaje) y
otro la recibe y la identifica (decodificación) y supone un concepto muy
importante: el receptor que percibe la identidad la percibe como una verdad, factor que debe tomar
en cuenta el emisor desde un principio, pues estará transmitiendo entonces una
“verdad” acerca de sí mismo.
Si invertimos esta ecuación obtendremos un resultado
esclarecedor:
Identificación:
proceso de percepción de rasgos físicos + valores psicológicos atribuidos = reconocimiento
de la identidad.
En la mitad de este proceso de emisión de la identidad y
recepción y reconocimiento de la misma aparece un fenómeno que involucra ambas
conciencias: la del emisor y la del receptor, y que tiene que ver con el bagaje
cultural y que el contexto imprimen en ambos elementos de la ecuación, aunados
a la voluntad de comunicar del emisor
(quiere que lo perciban de determinada manera). Efectivamente, las experiencias
acumuladas de ambos protagonistas del suceso identitario influyen en el proceso
que los involucra. Este proceso se ve afectado por la subjetivación que ambos entes desarrollan. Es cuando decimos que el
receptor se identifica con el emisor.
Se produce una especie de sincronía a nivel de reconocimiento de una y otra
parte: Tú eres y yo soy. O dicho de otra manera: Tú eres porque yo soy. Yo soy
esto mientras tú eres aquello, pero coincidimos en que reconocemos simultáneamente lo que es el otro. Sólo
podemos comprender en buena medida a los demás cuando empatamos conceptos,
cuando algo que observamos nos resulta familiar (comprensible) y no
necesariamente propio, sin embargo existe latente la posibilidad de adueñarnos
de esa idea (aprehensible): Hay algo en ti que se identifica conmigo (empatía).
Aquí hablamos de un concepto muchas veces mencionado y pocas
veces esclarecido: la conciencia colectiva: Te conozco mejor y me conozco mejor
a mí mismo. Aunque lo que perciba es tu apariencia externa, al entrar en contacto con tus rasgos físicos, mis
deducciones completarán la imagen que deseas transmitirme de ti mismo. Al
contrario de lo que algunos diseñadores piensan, el concepto de identidad no
depende solamente del emisor y su habilidad para codificar un mensaje de sí
mismo. Existe de manera natural la tendencia del ser humano a unificar
criterios. El proceso de identificación involucra este concepto. La mayoría de
las personas coinciden en ciertos criterios o ideas (memes) acerca de casi
cualquier cosa porque se identifican con ella,
aunque la función de subjetivación es determinante en este proceso: El emisor
pretende dar a entender algo (que no necesariamente corresponde a lo que en
realidad es) y el receptor entiende algo (que no forzosamente será lo que se pretendía
que entendiera).
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