jueves, diciembre 13, 2012

Un cuentito

«…Se cuenta que un emperador de China hizo llamar a su pintor de corte y le pidió que hiciera una pintura de un pez para los aposentos reales. El pintor manifestó su acatamiento a la voluntad de su señor y se fue para emprender su tarea.

Pasaron los días y después las semanas. El emperador mandó un mensajero al estudio del pintor para que averiguara qué sucedía. El mensajero volvió con el informe de que la pintura no estaba a punto.

Los meses se sucedían. Cada enviado al pintor era despachado rápidamente con la misma información: Que la pintura todavía no estaba acabada.


Cuando ya había pasado un año, el emperador no pudo contener más su impaciencia e irrumpió él mismo en el estudio del pintor. El pintor estaba sentado, tranquilo y aparentemente bien a gusto. El emperador estaba furioso. «¿Dónde está mi pintura?», gritó. El pintor se inclinó en silencio, atrajo hacia sí una gran hoja de papel, colocó un juego de colores en tarros delante, cogió un gran pincel, y en sólo dos minutos, ejecutó la más maravillosa sinuosa imagen de un pez que resplandecía en límpidas aguas.

El emperador apenas podía reprimir su rabia: «Si es tan fácil, ¿por qué he tenido que esperar tanto?» sin romper su silencio, el pintor se fue a la parte de atrás de su estudio donde había una gran alcoba con puertas que iban desde el suelo hasta el techo. Abrió las puertas y se derrumbaron por el suelo miles de pinturas del pez…»

-John Laing y David Wire en Enciclopedia de Signos y Símbolos. Ed. Gustavo Gili.
 
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