Me he topado con esta analogía justamente cuando me encuentro en medio de la clásica situación donde uno propone ideas a un cliente y el cliente toma el mismo rol, hace propuestas con ideas propias y con influencias de factores externos.
Muchas veces en la actividad del diseño se generan los resultados de esta manera, mediante una interacción entre el cliente y el diseñador. A veces surge un Frankenstein, a veces un fenómeno, a veces una cosa rara y otras veces surge algo realmente novedoso y divertido, que llama la atención y sirve de paradigma a futuros trabajos.
El trabajo de diseñar rara vez se puede concebir como una actividad solitaria, hermética y aislada. Depende en gran medida de conciliar ideas, esquemas, costumbres y culturas.
jueves, julio 13, 2006
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